“Mis manos son mis ojos", de esta manera describe Juan Rivero (Soria 1968) su pasión por dar forma a materiales como el mármol, la piedra o la madera. Sus esculturas están hechas para ser recorridas, acariciadas. En sus obras, el cuerpo femenino es un tema recurrente... "Una mujer voluptuosa, sensual, que invita al encuentro, a la profanación y al mismo tiempo a la distancia, a ser contemplada. Atrapar así la ambivalencia del alma femenina”
Juan Rivero se enamora primero del bloque en bruto, de su dureza, de su contundencia… de ahí surge la obra. Para Juan, el arte es cualquier tipo de expresión que sea sincera “ Creo que el trabajo y la dificultad de los materiales también forman parte de eso que llamamos arte ". Por eso, porque defiende el esfuerzo, le apasiona la dureza del mármol. “Para mí es una satisfacción modelar a golpe de cincel, lo que el resto ve como un muro, como una masa informe… es soñar, poder crear. El mármol es un material para hacer arte “.
Pintor, grabador, escultor intenta aprovechar al máximo cada material, llegar a la esencia de la expresión, continuar esa búsqueda que inicio desde la oscuridad de un bache de su alma. Avanzar por un camino, a veces a ciegas, porque en su existencia y en su obra hay una necesidad imperiosa de crecer, de experimentar… En su taller de Almarza (Soria), dentro de una cristalera cúbica, pasa horas laborando su arte, acercándonos así su visión del mundo. Una manera de expresarse, un grito, que está aquí y que como cualquier ser humano es único e irrepetible. Un artista que ha sido señalado por los dioses para conmovernos y mostrarnos que otro mundo es posible.
